sábado, marzo 31, 2007

No imponer sino convencer

Marta Harnecker

► 1. Los movimientos populares y, en general, los diferentes actores sociales que hoy están en las principales trincheras de lucha contra la globalización neoliberal tanto a nivel internacional como en sus propios países rechazan, con razón, las conductas hegemonistas No aceptan la actitud de aplanadora que solían usar algunas organizaciones políticas y sociales que, aprovechándose de ser las más fuertes y acaparando cargos de dirección, pretendían instrumentalizar al movimiento. No aceptan que se intente imponer en forma autoritaria la dirección desde arriba; que se pretenda conducir al movimiento por órdenes por muy correctas que éstas sean.

2. Una actitud hegemonista en lugar de sumar fuerzas produce el efecto contrario. Por una parte, crea malestar en las otras organizaciones: éstas se sienten manipuladas y obligadas a aceptar decisiones en las que no han tenido participación alguna, y por otra, reduce el campo de los aliados, ya que una organización que asume una posición de este tipo es incapaz de captar los reales intereses de todos los sectores populares y crea en muchos de ellos desconfianza y escepticismo.

3. Pero luchar contra el hegemonismo no significa renunciar a luchar por ganar la hegemonía que no es otra cosa que tratar de conquistar, de persuadir a los demás de lo correcto de nuestros criterios y de lo válidas que son nuestras propuestas.

4. Para ganar la hegemonía no se requiere inicialmente ser muchos, basta con unos pocos. La hegemonía lograda por el Movimiento 26 de Julio conducido por Fidel Castro en Cuba, nos parece una prueba suficientemente convincente de esta afirmación.

5. Más importante que crear un poderoso partido con un gran número de militantes es levantar un proyecto político que refleje las aspiraciones más sentidas del pueblo y, por eso mismo, conquiste su mente y su corazón. Lo importante es que su política sea respaldada por las masas, que concite consenso en la mayoría de la sociedad.

6. Hay partidos que se vanaglorian del gran número de militantes que tienen, pero, de hecho, sólo conducen a sus afiliados. Lo central no es, entonces, que el partido sea grande o pequeño, lo que interesa es que la mayoría de la gente se sienta identificada con sus propuestas

7. En lugar de imponer e instrumentalizar, hay que convencer y sumar a todos los que se sientan atraídos por el proyecto que se pretende realizar. Y sólo se suma si se respeta a los demás, si se es capaz de compartir responsabilidades con otras fuerzas.

8. Hoy, sectores importantes de la izquierda han llegado a la comprensión de que su hegemonía será mayor cuando logren que más gente siga sus propuestas, aunque éstas no aparezcan bajo su sello. Hay que abandonar la antigua práctica equivocada de pretender cobrar derechos de autor a las organizaciones que osan levantar sus banderas.

9. Si se logra conquistar para esas ideas a un número importante de líderes naturales, se asegura con ello que sus ideas lleguen en forma más efectiva a los distintos movimientos populares. Es importante también conquistar para el proyecto a personalidades destacadas en el ámbito nacional, porque ellas son formadoras de opinión pública y serán eficaces instrumentos para divulgar las propuestas y conquistar nuevas adhesiones.

10. Pensamos que una buena manera de medir la hegemonía alcanzada por una organización es examinar cuántos líderes naturales y personalidades han asumido sus ideas y, en general, cuántas personas se sienten identificadas con ellas.

11. El grado de hegemonía alcanzado por una organización política no puede medirse entonces por la cantidad de cargos que se logre conquistar. Lo fundamental es que quienes están en cargos de dirección en las diversas organizaciones y movimientos hagan suyas e implementen las propuestas elaboradas por esa organización, aunque no sean militantes de ella.

12. Una prueba de la consecuencia de una agrupación política que se declara no hegemonista es justamente ser capaz de proponer para los diferentes cargos a los mejores hombres, sean estos de su propio partido o sean independientes o de otros partidos. De las figuras que la izquierda sea capaz de levantar dependerá en gran medida la credibilidad que el pueblo tenga en su proyecto.

13. Por supuesto que esto es más fácil de decir que de practicar. Suele ocurrir que cuando una organización es fuerte ésta tienda a subvalorar el aporte que puedan hacer otras organizaciones y que tienda a imponer sus ideas. Es más fácil hacer esto que arriesgarse al desafío que significa ganar la conciencia de la gente. Mientras más cargos se tiene, más atento hay que estar de no caer en afanes hegemonistas.

14. Por otra parte, el concepto de hegemonía es un concepto dinámico, la hegemonía no se gana de una vez y para siempre. Mantenerla es un proceso que tiene que ser recreado permanentemente. La vida sigue su curso, aparecen nuevos problemas, y con ellos nuevos retos.◄

Bibliografía de Marta Harnecker sobre el tema:

¾La izquierda en el umbral del Siglo XXI. Haciendo posible lo imposible, Publicado en: México, Siglo XXI Editores, 1999; España, Siglo XXI Editores, 1ª ed., 1999, 2ª ed., 2000 y 3ª ed., 2000; Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, 2000; Portugal, Campo das Letras Editores, 2000; Brasil, Paz e Terra, 2000; Italia, Sperling and Küpfer Editori, 2001; Canadá (francés), Lantôt Éditeur, 2001; El Salvador, Instituto de Ciencias Políticas y Administrativas Farabundo Martí, 2001.

¾Hacia el Siglo XXI, La izquierda se renueva, Quito, Ecuador, CEESAL, 1991

¾Vanguardia y crisis actual o Izquierda y crisis actual, Siglo XXI España, 1990. Publicado en: Argentina, Ediciones de Gente Sur, 1990; Uruguay, TAE Editorial, 1990; Chile, Brecha, 1990; Nicaragua, Barricada, 1990. Con el título Izquierda y crisis actual: México, Siglo XXI Editores, 1990; Perú, Ediciones Amauta, 1990; Venezuela, Abre Brecha, 1990; Dinamarca, Solidaritet, 1992.

viernes, septiembre 08, 2006

El papel del Intrumento Politico

Marta Harnecker

► 1. Los recientes levantamientos populares que han sacudido a Argentina y a Bolivia y, en general, la historia de los múltiples estallidos sociales que se han producido en América latina y el mundo , han demostrado fehacientemente que no basta la iniciativa creadora de las masas para lograr la victoria sobre el régimen imperante.

2. Masas urbanas y campesinas empobrecidas se han sublevado y sin una conducción definida se han tomado carreteras, pueblos, barrios, han asaltado centros de abastecimiento, han logrado tomar parlamentos, pero, a pesar de haber logrado la movilización de cientos de miles de personas, ni su masividad ni su combatividad permitieron pasar de la insurrección popular a la revolución Han logrado derribar presidentes, pero no han sido capaces de conquistar el poder para iniciar un proceso de transformaciones sociales profundas.

3. La historia de las revoluciones triunfantes, por el contrario, ratifica en forma porfiada lo que se puede lograr cuando existe un instrumento político capaz, en primer lugar, de levantar un programa alternativo de carácter nacional que permita canalizar la lucha de los diversos actores sociales hacia un objetivo común; que ayude a articularlos entre sí y que sea capaz de promover la elaboración de los pasos a seguir de acuerdo a un análisis de la correlación de fuerzas existente. Sólo así se podrán lanzar las acciones en el momento y el lugar más oportuno, buscando siempre el eslabón más débil de la cadena enemiga.

4. Esa instancia política es como el pistón que comprime al vapor de una locomotora en el momento decisivo y permite que éste no sea desperdiciado y se convierta en fuerza impulsora.

5. Para que la acción política sea eficaz, para que las actividades de protesta, de resistencia y de lucha logren cambiar realmente las cosas, para que las insurrecciones desemboquen en revoluciones, se requiere una instancia política que ayude a superar la dispersión y atomización del pueblo explotado y oprimido creando espacios de encuentro para aquellos que tienen diferencias pero luchan contra un enemigo común; que sea capaz de potenciar las luchas existentes y promover otras orientando las acciones en base a un análisis de la totalidad de la dinámica política; que sirva de instrumento articulador de las múltiples expresiones de resistencia y de lucha

6. Reconocemos que el terreno no es fértil para escuchar estas ideas. Hay muchos que no aceptan siquiera discutirlas. Y adoptan esta actitud porque las asocian a las prácticas políticas antidemocráticas, autoritarias, burocráticas, manipuladoras que han caracterizado a muchos partidos de izquierda.

7. Yo creo que es fundamental superar este bloqueo subjetivo y entender que cuando hablo de un instrumento político, no se trata de cualquier instrumento político, se trata de un instrumento político adecuado a los nuevos tiempos; un instrumento que tenemos que construir entre todos.

8. Pero para crear o remodelar el nuevo instrumento político hay que cambiar primero la cultura política de la izquierda y su visión de la política. Esta no puede reducirse a las disputas políticas institucionales por el control del parlamento, de los gobiernos locales; por ganar un proyecto de ley o unas elecciones. En esta forma de concebir la política, los sectores populares y sus luchas son los grandes ignorados. La política tampoco puede limitarse al arte de lo posible.

9. Para la izquierda la política debe ser el arte de hacer posible lo imposible. Y no se trata de una declaración voluntarista. Se trata de entender la política como el arte de construir fuerza social y política capaz de cambiar la correlación de fuerzas a favor del movimiento popular de tal modo de poder hacer posible en el futuro lo que hoy aparece como imposible.

10. Hay que pensar la política como el arte de construir fuerzas. Hay que superar el antiguo y arraigado error de pretender construir fuerza política sin construir fuerza social.

12. Por desgracia, entre nuestros militantes hay todavía mucha verborrea revolucionaria; mucho radicalismo en los pronunciamientos. Estoy convencida de que la única forma de poder radicalizar las cosas es mediante la construcción de fuerzas. A los que se llenan la boca de exigencias de radicalización hay que preguntarles: ¿qué están haciendo ustedes por construir la fuerza social y política que permita hacer avanzar el proceso?

13. Pero esta construcción de fuerzas no se produce espontáneamente, espontáneamente sólo se producen los estallidos sociales. Requiere de un sujeto constructor.

14. Y yo imagino este instrumento político como una organización capaz de levantar un proyecto nacional que permita aglutinar y sirva de brújula a todos los sectores que se oponen al neoliberalismo. Como una instancia volcada hacia la sociedad, que respete la autonomía de los movimientos sociales y renuncie a manipularlos, y cuyos militantes y dirigentes sean verdaderos pedagogos populares, capaces de potenciar toda la sabiduría que existe en el pueblo ¾tanto la que proviene de sus tradiciones culturales y de lucha, como la que adquiere en su diario bregar por la subsistencia ¾ a través de la fusión de estos conocimientos con los más globales que la organización política pueda aportar. Como una instancia orientadora y articuladora al servicio de los movimientos sociales. ◄

Bibliografía de Marta Harnecker sobre el tema:

¾ La izquierda después de Seattle, Siglo XXI España, 2002.

¾La izquierda en el umbral del Siglo XXI. Haciendo posible lo imposible, Publicado en: México, Siglo XXI Editores, 1999; España, Siglo XXI Editores, 1ª ed., 1999, 2ª ed., 2000 y 3ª ed., 2000; Cuba, Editorial de Ciencias Sociales, 2000; Portugal, Campo das Letras Editores, 2000; Brasil, Paz e Terra, 2000; Italia, Sperling and Küpfer Editori, 2001; Canadá (francés), Lantôt Éditeur, 2001; El Salvador, Instituto de Ciencias Políticas y Administrativas Farabundo Martí, 2001.

¾Hacia el Siglo XXI, La izquierda se renueva, Quito, Ecuador, CEESAL, 1991

¾Vanguardia y crisis actual o Izquierda y crisis actual, Siglo XXI España, 1990. Publicado en: Argentina, Ediciones de Gente Sur, 1990; Uruguay, TAE Editorial, 1990; Chile, Brecha, 1990; Nicaragua, Barricada, 1990. Con el título Izquierda y crisis actual: México, Siglo XXI Editores, 1990; Perú, Ediciones Amauta, 1990; Venezuela, Abre Brecha, 1990; Dinamarca, Solidaritet, 1992.